Yuxtapoz Magazine/ Jonas |
Como vivo lejos, la noticia me llegó un par de días después del fatídico mensaje. Mi mamá fue la encargada de contarme. Quedé fría. ¿Cómo lo tomó él? Esperaba que me dijera que estaba sumido en la depresión. Pero no, cuando habló con él estaba de fiesta, feliz y dichoso. Le aseguró que desde ese día iba a divertirse, reír, amar y a saborear cada instante, bueno o malo.
Si bien el hecho de tener una enfermedad incurable ya es algo terrible, es aún peor tener que esperar que le digan se va a morir para empezar a aprovechar los momentos, la familia, los amigos, los viajes y hasta los objetos materiales que tanto cuesta conseguir. Como si la vida se tratara de una maratón en la que la señal es: tiene X días vivo, para comenzar a correr con gusto.
La gente vive para alcanzar metas: ingresar a las mejores universidades para ser un buen profesional; ser una persona íntegra digna del respeto; darle la vuelta al mundo coleccionando sellos en el pasaporte, tener una casa enorme con jardín, piscina y, si es posible, cancha de golf; un auto último modelo; comprar el último Iphone para poder publicar una foto frente su escritorio con vista de la ciudad, de una ciudad que ni siquiera disfrutan porque están sumidos 24/7 en la idea de alcanzar reconocimiento o una posición social.
El mundo está lleno de jóvenes empresarios exitosos que están con los ojos clavados en una computadora o un teléfono, afanosos de escalar posiciones y publicar en Facebook sus trofeos. Pocos se preocupan por aprovechar el camino para conseguirlo. Se olvidan de quiénes son, convirtiéndose en máquinas de producir dinero.
Es cierto que para vivir en este mundo es necesario trabajar, así como es satisfactorio tener una linda casa, hacer un viaje, que los amigos le feliciten por lo que uno alcanza. No se trata de abstraerse de la tierra e irse a vivir en una montaña (siendo esta una opción muy respetada), es hacer lo que más nos gusta sin preocuparnos por las presiones y saboreándolo al máximo. Es darse una pausa, contemplar el paisaje a nuestro alrededor y sentirnos afortunados por el espacio que tenemos, por el aire que respiramos; es conocer y reconocer nuestras flaquezas y errores, es saber que cuando algo sale mal es porque necesitamos aprender algo de ello, es escuchar otras opiniones sin discutir porque no son iguales a las nuestras, es reír con fuerza cuando se está alegre y llorar con ganas cuando llega la tristeza.
Cuando somos pequeños queremos ser grandes, luego, cuando llegamos a viejos, queremos regresar atrás. Poner nuestras ilusiones únicamente en el dinero y no disfrutar ni sacarle el tiempo a hacer lo que nos llena de placer es el motivo de tantas frustraciones y depresiones. La vid no es para malgastarla sino para sacarle todo el jugo. El tiempo se acaba, es mejor empezar ahora.