miércoles, 31 de julio de 2013

Cabezas fábricas de dinero no de sueños

Yuxtapoz Magazine/ Jonas
"Tiene cuatro trombos en los pulmones. No es posible operarlo para extirparlos, podemos controlarlos por medio de ejercicios y algunos cuidados pero no erradicarlos. Yo le recomiendo que disfrute la vida porque con este problema puede durar años o meses" le dijo hace unos días el médico a uno de mis tíos. Esta es una de esos diagnósticos que deja en shock a cualquiera. La familia está conmocionada.

Como vivo lejos, la noticia me llegó un par de días después del fatídico mensaje. Mi mamá fue la encargada de contarme. Quedé fría. ¿Cómo lo tomó él? Esperaba que me dijera que estaba sumido en la depresión. Pero no, cuando habló con él estaba de fiesta, feliz y dichoso. Le aseguró que desde ese día iba a divertirse, reír, amar y a saborear cada instante, bueno o malo.

Si bien el hecho de tener una enfermedad incurable ya es algo terrible, es aún peor tener que esperar que le digan se va a morir para empezar a aprovechar los momentos, la familia, los amigos, los viajes y hasta los objetos materiales que tanto cuesta conseguir. Como si la vida se tratara de una maratón en la que la señal es: tiene X días vivo, para comenzar a correr con gusto.

La gente vive para alcanzar metas: ingresar a las mejores universidades para ser un buen profesional; ser una persona íntegra digna del respeto; darle la vuelta al mundo coleccionando sellos en el pasaporte, tener una casa enorme con jardín, piscina y, si es posible, cancha de golf; un auto último modelo; comprar el último Iphone para poder publicar una foto frente su escritorio con vista de la ciudad, de una ciudad que ni siquiera disfrutan porque están sumidos 24/7 en la idea de alcanzar reconocimiento o una posición social.

El mundo está lleno de jóvenes empresarios exitosos que están con los ojos clavados en una computadora o un teléfono, afanosos de escalar posiciones y publicar en Facebook sus trofeos. Pocos se preocupan por aprovechar el camino para conseguirlo. Se olvidan de quiénes son, convirtiéndose en máquinas de producir dinero.

Es cierto que para vivir en este mundo es necesario trabajar, así como es satisfactorio tener una linda casa, hacer un viaje, que los amigos le feliciten por lo que uno alcanza. No se trata de abstraerse de la tierra e irse a vivir en una montaña (siendo esta una opción muy respetada), es hacer lo que más nos gusta sin preocuparnos por las presiones y saboreándolo al máximo. Es darse una pausa, contemplar el paisaje a nuestro alrededor y sentirnos afortunados por el espacio que tenemos, por el aire que respiramos; es conocer y reconocer nuestras flaquezas y errores, es saber que cuando algo sale mal es porque necesitamos aprender algo de ello, es escuchar otras opiniones sin discutir porque no son iguales a las nuestras, es reír con fuerza cuando se está alegre y llorar con ganas cuando llega la tristeza.

Cuando somos pequeños queremos ser grandes, luego, cuando llegamos a viejos, queremos regresar atrás. Poner nuestras ilusiones únicamente en el dinero y no disfrutar ni sacarle el tiempo a hacer lo que nos llena de placer es el motivo de tantas frustraciones y depresiones. La vid no es para malgastarla sino para sacarle todo el jugo. El tiempo se acaba, es mejor empezar ahora.

miércoles, 24 de julio de 2013

Se le fue la vida

Yuztapox Magazine.
"Se me tiró de la terraza, yo le dije que no se tirara, le dije, le dije". Gritaba desesperada una mujer en la acera de en frente mientras marcaba diferentes números de su celular con los dedos temblorosos. A su lado yacía inmóvil un cuerpo. Era de un muchacho. Las piernas las tenía sobre el asfalto y el torso estaba sobre la vereda, sus brazos estaban enredados en su cabeza. Recuerdo muy bien lo que él llevaba puesto, era una camiseta gris desgastada y una sudadera verde oliva, del mismo color de los uniformes de los colegios; sus pies estaban descalzos.

Me quedé contemplando la escena desde el otro costado de la calle , no entendía nada. Miles de carros pasaban por la calle, ninguno se detenía. De pronto, escuché una voz detrás mío, tenía un tono muy tranquilo, cómo digo tranquilo, en realidad no sé si estaba calmado o si el tiempo se había detenido y todo pasaba lenta y parsimoniosamente), "Ya viene el Same (Sistema de Atención Médica de Emergencias)". Me di vuelta y pude comprobar que se trataba del vigilante de un parqueadero que se estaba acercando hacia donde yo estaba. La señora seguía repitiendo "Le dije que no se tirara, se lo dije".

Sentí un impulso que me obligó a pasar la calle. Casi sin mirar si se acercaba otro auto me apresuré a cruzar. Me paré frente a ella, le puse una mano en el hombro y mirándola a los ojos le dije "tranquila, tranquila que todavía respira". No tengo idea por qué insinué tremenda barrabasada si ni siquiera terminaba de caer en cuenta de lo que estaba ocurriendo. Sus ojos se dirigieron a los míos, estaban desorbitados y llenos de lágrimas, los labios le temblaban y sus fosas nasales se abrían y cerraban de modo abrupto cuando inhalaba y exhalaba. "¿Si? que alguien llama al Same, llamen al Same", cambió su repertorio de gritos, mientras seguía marcando números sin éxito en su teléfono de la tembladera que tenía.

En ese momento, salió un vecino del edificio. ¿Por qué gritan tanto? Al ver el cadáver al viejo casi se le salieron los ojos de los párpados, le brotaron como canicas. De inmediato empezó a marcar el número de emergencias en su celular. Pero ¿qué fue lo que pasó?¿por qué salto?-le preguntaba a la señora- No sé, estaba peleando con la novia. Yo le dije que no saltara, le dije, le dije.

Fue inevitable poner los ojos en la cara del muerto. Todavía sin entender bien lo que pasaba le analicé todo el rostro.  Era moreno, de cejas poco pobladas, nariz aguileña, labios delgados, su pelo era fino y tenía rulos cortos. Sus ojos quedaron cerrados por el golpe y de la boca de salía un hilo de sangre espesa que fue invadiendo la vereda. Sus rasgos me transmitieron la sensación de que era un persona bastante problemática, rebelde y caprichosa, de esas que tratan de conseguir todo lo que ansía por medio de la manipulación y pueden desquiciar a cualquiera con sus exigencias. Tal vez me equivoque, pero eso sentí al verlo.

Me invadieron unas ganas incontrolables de vomitar. Abandoné la escena. Corrí, corrí, corrí como nunca  tapándome la boca con la mano y las lágrimas deslizándose por mis ojos. En el camino al parque, donde todas las mañanas voy correr, me topé con un carro de la policía al que le hice señas para que se aproximara al lugar. Creo que ya me había percatado de todo. Lo que vi caer del edificio antes de pasar la calle era una persona, era él. Y si no me hubiera cambiado de acera unos metros antes, seguro este muchacho me hubiera caído encima. Pensé: Qué frágil es la vida.




viernes, 12 de julio de 2013

Nuquí, entre la selva y el océano

La tranquilidad de las playas de arena oscura y la variedad de planes son los atractivos de este paraíso natural.

Antes de tomar la avioneta que nos llevaría a Nuquí ya estaba emocionada por conocer Chocó. Varias personas que habían visitado el departamento me dieron muy buenas referencias y justo antes de abordar la aeronave escuché una opinión que corroboraría lo impactante del lugar al que estaba a punto de llegar. Fue una extranjera quien dijo aquellas palabras que retengo en mi memoria: “¿Preparados para conocer el paraíso?”.
Cincuenta minutos después comprobé que lo dicho por mi compañera de viaje era cierto. Las olas de color esmeralda rompiendo contra la playa de arena oscura y la selva de fondo son los paisajes más espectaculares que he visto. Cuando bajamos del avión y embarcamos en la lancha me di cuenta de que visitar esta zona del país es un plan muy diferente al de ir a alguna ciudad del Caribe con su amplia oferta de resorts. En Chocó lo que hay son pequeños hoteles que invitan a relajarse, disfrutar de la naturaleza y alejarse del ruido.
De hecho, para muchos turistas la tranquilidad es el mayor encanto de este lugar, pues en sus playas no hay vendedores ambulantes y en los hoteles y posadas se recomienda oír música con audífonos. Para viajar a Nuquí es necesario acudir a una agencia de viajes que maneje planes ecoturísticos o diseñar el plan con el hotel. No es recomendable llegar sin tener concertado el hospedaje ni el transporte, pues la mayoría de alojamientos quedan alejados del casco urbano.
Las caminatas ecológicas para observar aves, ballenas yubartas o delfines, surfear, montar en kayak o bucear son algunos de los planes más solicitados, aunque hay otra alternativa igual de fascinante: hacer un recorrido en canoa por el río que comienza en el municipio de Joví y termina en una cascada de agua dulce.
Otro programa para la tarde es almorzar en una de las hospederías de la zona de Termales, un pequeño corregimiento ubicado a la orilla del océano, y luego bañarse en las aguas tibias y azules en medio de la selva. Después se puede recorrer la playa y pasar por varias desembocaduras de ríos. Para terminar con un coctel de carambolo y la espectacular vista desde el mirador de la hostería Piedra Piedra, donde hay una piscina de agua natural que se pierde en el mar.
publicado en El Espectador el 13 de septiembre de 2011.

lunes, 8 de julio de 2013

Bergoglio vs.El Dios Cósmico

"Panteístas", "Autistas Espirituales" y "Politeístas" , así nos llamó ( me incluyo porque me sentí tremendamente aludida) Jorge Mario Bergoglio según una noticia publicada el domingo 7 de julio en Infobae, diario que consultó a Roberto Bosca, autor de New Age, la utopía religiosa de fin de siglo, para que diera su mirada acerca de esta corriente de la "Cultura Light", como la denominó el Sumo Pontífice.

Durante la lectura del artículo me iba embargando un cólera incontenible ¿por qué? porque nunca me ha parecido justo que la Iglesia emprenda cruzadas de desprestigio contra las demás creencias. Su estrategia es aprovecharse de su poder e influencias para desacreditar todo aquello que le brinde a la gente una salida a sus problemas y que no esté bajo su imperio. Así lo han hecho con las corrientes protestantes y otras tendencias separatistas, con los credos de los aborígenes y con los que se les han cruzado en el camino. Esta vez les llegó el turno a las religiones de oriente.

Nunca he entendido por qué esta institución es tan ambigua y doblemoralista. Es como si tuviera dos caras. Con una pregona el amor al prójimo, la humildad, la mansedumbre, la mortificación, el respeto, el amor incondicional y con la otra son capaces de emprender las más despiadadas e infames campañas para aplastar la honra de todo aquello que pueda "afectar" sus intereses.

Me atrevo a decir que este mismo comportamiento impío ha sido el que logró que tantos católicos abandonen las bancas los domingos y busquen solución a sus tribulaciones en otras doctrinas. Es el mismo que apabulló a tantos jóvenes de mi generación y terminó por generalizar el ateismo, la incredulidad y el egocentrismo, que, como dijo Bergoglio desembocó (en algunos casos, odio generalizar) en una tendencia espiritual individualista: El mal llamado New Age, el cual venía gestándose hace unas décadas (aproximadamente desde los 70).

La Iglesia nunca entendió que señalando, persiguiendo, castigando y tratando de extirpar de raíz la naturaleza humana no iba a conseguir nada. La letra no entra con sangre. Nadie quiere un Dios que lo juzgue.  La asechanza de la "brujería"  que estableció el Papa Lucio III en el año 1184 con la Inquisión sigue viva hoy en una versión moderna en la que se condenan a los gays  y a los que creemos que es posible tener una relación privada, personal y única con Dios, sin necesidad de intermediarios.

Ya es suficiente con vivir en un mundo en el que debemos tener la etiqueta de una ideología política, de un estado civil,  de una nacionalidad.  Es suficiente que de bebés nos caiga un chorro de agua que nos marque como católicos cuando ni siquiera podemos razonar.  Ahora bien, no es justo que algo tan personal, como lo es la espiritualidad tenga un rótulo en el que debemos encajar.

Fui bautizada como católica, creo en Dios, en Jesús, los cientos de vírgenes, incluso en los santos. Pero también me parecen muy coherentes y sorprendentes las enseñanzas de Buda, considero que las asanas del yoga te ayudan a lograr una experiencia mística, respeto los ritos indígenas y ¿por qué no? cabe la posibilidad de que la trinidad puede ser hindú o católica. Al fin y al cabo no hay una única verdad revelada, no sabemos a ciencia cierta si Dios es blanco o negro, o si es hombre o mujer. Lo importante acá no es quién tenga la razón sino ser mejores personas, encontrar la tan anhelada felicidad y vivir tranquilos.

Esta es la nota a raíz de la cual escribí estas palabras: http://www.infobae.com/notas/718783-Que-es-la-New-Age-y-por-que-es-condenada-por-el-papa-Francisco.html


viernes, 5 de julio de 2013

De paseo en carro de Golf por la Isla de Morgan

Playa ubicada en el centro de San Andrés.

Una de las cosas más curiosas de San Andrés es la cantidad de carritos de golf que se encuentran transitando por las calles. Casi en cada esquina del centro de la ciudad es posible encontrar un lugar para rentar uno. Los más pequeños y sencillos cuestan entre $20.000 y $30,000 por hora y, según el modelo, entre $60.000 y $100.000 el día.
La razón de que hayan tantos es netamente turística, aunque no se puede negar que los isleños también los usan por ser un medio de transporte muy económico. Y es que en realidad estos carritos son una excelente opción para llevar a cabo uno de los mejores planes en la isla: recorrerla de punta a punta.
Los 12 kilómetros de largo y los tres de ancho permiten conocerla en menos de dos horas. Sin embargo, lo ideal es tomarse, al menos, medio día. Sólo de este modo se pueden saborear por completo sus paisajes y adentrarse un poco en la cultura isleña.
No importa si el paseo lo inicia con las manecillas del reloj o en el sentido contrario, igual se encontrará con los mismos lugares y llegará al punto donde arrancó. Si empieza conforme van las horas, después de salir del centro pasará por el Muelle y Bahía Baja. En este lado, durante la mayoría del recorrido el mar estará escondido entre la vegetación verde que abunda en la isla; sólo en algunos puntos se asomará para tentarlo en medio del calor con sus aguas frescas y azules.
En una de las muchas desviaciones, que van al ombligo de San Andrés, está el barrio de La Loma, un vecindario de construcciones tradicionales de madera, que es habitado por nativos. De allí se destaca la primera iglesia bautista, llamada Emmanuel.
Después de unos cuantos kilómetros se llega a Rocky Cay, donde se ubican varios clubes náuticos. Estos son sitios ideales para hacer una primera parada y alquilar una moto de agua o un kayak que lo llevará hasta el Acuario. La excursión acuática no le tomará más de 40 minutos cada trayecto. Al llegar, podrá nadar y alimentar a cientos de peces de colores e inofensivas rayas que se acercan afanadas para recibir la comida.
Al retomar la ruta, probablemente ya sea mediodía. Por tanto, la siguiente estación en el camino es San Luis, una de las playas más hermosas y famosas de San Andrés, por su arena blanca y fina. Aquí también están varios de los mejores restaurantes de la isla, en los cuales se degusta una exquisita variedad de mariscos, pescado y la más espectacular y jugosa langosta. Al terminar el almuerzo, el mejor programa es acostarse en la orilla a tomar la siesta.
San Luis termina en la punta sur de San Andrés, justo en esta posición se encuentran los tradicionales parajes en los que todo viajero debe detenerse. El hoyo soplador, que cada día emite menos agua y viento debido a que la marea ya no sube tanto como hace algunos años; la cueva del Pirata Morgan, el forajido y coleccionista de tesoros inglés más temido del Caribe, y la piscinita, una pileta natural, de paredes de coral, que está suspendida entre las rocas y mira hacia el mar. Terminar el paseo en este lado de la isla significa ver de uno de los atardeceres más conmovedores y coloridos del mundo.

Publicada el 23 de octubre de 2012 en El Espectador

jueves, 4 de julio de 2013

Tirar la primera piedra

¡ERES UN HIJUEPUTA! Después de esta frase uno suele sentirse el ser más mísero de este planeta. El odio comienza a correr por la venas, el objetivo es uno: acabar con la persona que lo dijo.De inmediato empiezan a gestarse en la mente mil formas de hacer daño. En ese momento se puede incluso escribir un manual de tortura en el que se detalla con minuciosidad las técnicas para destrozara esa persona. Arrancarle una a una las uñas, partirle los dedos, ponerle una bomba a su casa, matar a sus seres amados, armarse un video con las imágenes más crueles de su vida. Las más macabras ideas fluyen fácilmente.

Son pocas, o mejor, nulas las veces que uno se detiene a pensar qué hay detrás de esas palabras, son mínimas las posiblidades de detenerse, respirar, mirar al horizonte, dejar que el humo se disipe hasta que la mente se aclare para hacer una revisión minuciosa de lo ocurrido. Por el contrario, es más fácil situarse en el papel de víctima y desearle al otro que le caiga un rayo y lo parta en mil pedazos.

Es cierto que para una pelea se necesitan dos (por lo menos), también es verdad que en una discusión influyen factores externos, así como se requiere una alta dosis de intolerancia, impaciencia y un ego enorme. A veces es difícil darse cuenta pero, por lo general, uno mismo es quien crea toda la disputa, pues se enfrenta a puntos de vista diferentes que van generando malestar, el cual, al no encontrar un respiro, una palabra amable que pertenezca a nuestro imaginario, se empieza a transformar en insatisfacción, luego viene la rabia, que da paso a la  ira incontrolable y termina convirtiéndose en una bomba atómica, en una verborrea odiosa.

Aunque la furia enceguezca y cause un sin sabor (o peor, un gusto amargo intragable), uno sabe cuál va a ser la gota que derrame el vaso, esa la palabra que va a terminar de hundir el clavo, la encargada de dejar una cicatriz imborrable en el corazón del otro. Y es precisamente ese momento cuando hay que parar, detenerse por completo y pensarlo una, dos, tres (las veces que sea necesario), para no tirar la primera piedra, esa que noquea de odio y deja paso al granizo de cólera.

Darle una vuelta a la silla, ir a tomar un té (porque la cafeína puede afectar más la mente), salir a hablar con alguien,  lo que sea, la cuestión es soltar el gatillo, cambiar de panorama y tomar aire para poder bajar los decibeles, para evitar ser presa de la ira. No importa si se tiene la razón o no, lo más razonable es no dejarse seducir por el demonio del ego, que siempre va a buscar la satisfacción propia. Eso lo agradecerá el cuerpo y el alma al siguiente día. Cuando haya pasado la tormenta.