miércoles, 26 de febrero de 2014

Siempre Nueva York

Dicen que cualquier momento del año es perfecto para visitar la capital del mundo, pero mientras daba un paseo en bicicleta por el Central Park y el destello del sol, cuyos rayos tenues alcanzan a calentar ligeramente el ambiente, iluminaba desde el sur las calles del parque, repletas de coloridos árboles que se deshojaban al suave toque de una simple brisa, recordé por qué había elegido esta estación para pasar mis vacaciones.
Nueva York en otoño es otra cosa, se transforma en el lugar perfecto para pasar momentos inolvidables, y aunque continúa siendo una ciudad ajetreada con un tráfico pesado, digno de una enorme metrópoli con miles de turistas y ejecutivos corriendo por las calles para llegar a tiempo a sus citas, el panorama del otoño y el inicio de las fiestas navideñas le otorgan un cierto aire de serenidad y romanticismo.
Caminar por sus calles en estos días significa comenzar a vivir la Navidad, pues al salir de la estación del metro de cada barrio es posible oír villancicos por doquier. Además, cada parque, tienda y restaurante comienza a llenarse de luces, soldaditos de plomo, figuras de Santa Claus, muñecos de nieve y bastones de regaliz. Todo está meticulosamente decorado y pensado para que los visitantes vivan de lleno un ambiente más festivo y alegre, ése que ha hecho de Nueva York una ciudad insigne de la Navidad.
En las aceras incluso se forman largas filas para tomarse una foto con el enorme árbol de Navidad del Rockefeller Center y su tradicional pista de patinaje, o con la gigante estrella de cristal Swarovski, que se han establecido como símbolos de la ciudad durante la temporada.
La oferta de planes en esta época también cambia. Aparte de los tradicionales programas culturales en los museos, galerías, bibliotecas, obras de teatro en Broadway, o las alternativas y más económicas en off-Broadway, los auditorios para conciertos como el Madison Square Garden o el Radio City Hall, las compras, deleitarse con la gastronomía mundial que ofrecen los restaurantes, es posible patinar sobre hielo en las pistas que se edifican en los principales parques, como el Bryant Park o el Central Park, donde hay por los menos tres.
Recorriendo una ciudad que no para
Un día no es suficiente para conocer por completo siquiera un distrito, o borough, como los llama el gobierno local, ya que cada uno guarda cientos de historias por contar y tiene cientos de programas que se pueden llevar a cabo. Para poder saborear la Gran Manzana es necesario hacer un plan diferente en los barrios, pues aunque la mayoría de sus atractivos se encuentran en Manhattan, este lugar es sólo una mínima parte de lo que abarca la cultura neoyorquina.
Cuando el sol brilla
En esta época el clima, cuando no llueve, se convierte en el cómplice perfecto para ir de paseo en barco hasta la Estatua de la Libertad y a Staten Island, uno de los distritos de la ciudad donde algunos de sus habitantes han encontrado el refugio perfecto para alejarse del ruido. Por esta razón es un fiel ejemplo de un suburbio colmado de grandes casas antiguas y cientos de niños jugando en medio de las calles.
Para llegar a estos destinos es posible tomar el ferry de Staten Island, que pasa muy cerca de la Estatua de la Libertad, por lo que se pueden hacer buenas fotos de ella. Sin embargo, muchos prefieren tomar un barco que va directo hasta la figura de la gran dama y permanecer unas horas allí, mientras oyen la historia de la imagen de cobre. Las dos veces que he estado en la ciudad he optado por el ferry, pues estar en la estación donde embarca la nave con los habitantes de la isla me hace sentir parte de su mundo.
Otro lugar ideal para conocer un poco sobre uno de los más antiguos y representativos barrios de la capital del mundo, Brooklyn, son las playas de Coney Island, donde está el antiguo parque de diversiones Dreamland, construido entre 1904 y 1911. Al pasear por los muelles de madera con los monumentales edificios de fondo se reviven aquellos tiempos cuando, durante la guerra civil, era un balneario frecuentado por políticos y comerciantes pudientes, quienes viajaban más de 30 kilómetros desde el centro de Nueva York para divertirse.
Y si de enterarse de la idiosincrasia afroamericana e hispana neoyorquina se trata, lo ideal es ir a Harlem, un barrio ubicado al norte de Manhattan, del que muchos hablan pero al que pocos se atreven a visitar, ya que en algún tiempo era conocida como una zona peligrosa. Sin embargo, desde hace unos años ha experimentado una importante transformación convirtiéndose, por sus calles con nombres de artistas latinos como Tito Puentes, en una atracción para los turistas.
Aunque los días de otoño son soleados, muchas veces se desatan fuertes tempestades que ahuyentan a los turistas de las calles. Mientras pasa la tormenta el mejor plan es visitar los museos. Uno de mis preferidos, por la variedad de obras y por el montaje de cada uno de sus salones, es el Metropolitano, que abrió sus puertas en 1876 y cuenta con una amplia colección de las culturas romana, griega, francesa, española, estadounidense, egipcia y latinoamericana, entre otras. Pasar por cada uno de estos salones significa resucitar y formar parte de la historia mundial casi desde los orígenes del mundo.
Para despedirme de la ciudad el plan que elegí fue, sin duda, el mejor. Se trató del recorrido del Central Park. Ya sea en bicicleta, en carroza o simplemente caminando, en esta época el parque es simplemente maravilloso, sus paisajes son tan estupendos que parecen el set de grabación de una película romántica.

Cómplices


La nuestra, no fue una relación normal, la química superaba esta realidad. Complicidad, picardía, caricias, miradas, sonrisas, besos, abrazos, las ansias, la necesidad de estar juntos era la forma mundana de expresar este amor inconmensurable. Nuestro idilio no duró más de tres años, sin embargo, a pesar de que un día como hoy hace 28 años dejaste tu cuerpo todavía podía sentirte, escucharte. De niña, me observabas de lejos; en los momentos más audaces te atrevías a acercarte para fundirnos un instante, el viento se convirtió en tus brazos y tu aroma. En las noches me susurrabas al oído historias de un universo maravilloso, que hiciste innegable en mis sueños. Me enseñaste que las circunstancias en las que vivimos están parcializadas, que el cosmos no tiene límites, al igual que el poder de la mente. Cada tanto vuelves para recordarme que no me has olvidado, para sacarme a volar un rato, para desintoxicarme de esta nebulosa vanal, para perpetuar una vez más este amor.

jueves, 13 de febrero de 2014

“Me gustaría hacer de Pablo Escobar”: Andrés Parra

Foto: Óscar Pérez- El Espectador

La polémica serie colombiana Escobar "el Patrón del mal", llegó hace más de un mes a las pantalla chica argentina para convertirse en todo un éxito, de hecho, es el programa más visto de Canal 9. 
Tal como sucedió en Colombia, la popularidad de la producción ha logrado que se desaten cuestionamientos y discusiones alrededor de la figura del "Robin Hood" criollo, quien fue interpretado por un actor colombiano que tuvo que ponerse una aparatosa peluca, usar lentes de contacto oscuros para tapar el celeste de sus ojos y dejarse un llamativo mostacho negro. 
A continuación les dejo la entrevista que le realicé a Andrés Parra, protagonista de esta serie colombiana, cuando aún no sabía que representaría al "Innombrable" de los 80 y 90. En aquella época, él hacía de ‘Anestesia’ en otra serie sobre narcos llamada  ‘El cartel de los sapos 2’, con este papel él se estaba volviendo famoso, yo, por mi lado, estaba tirando mis primeros pinos en El Espectador en la sección Un Chat Con...
¿Cuál es el parecido entre ‘Anestesia’ y Andrés Parra?
El sentido del humor.
¿Y usted cuándo se pone anestesia?
En odontología. Incluso, para aplicarme una inyección me tienen que poner anestesia.
¿Le dan miedo las agujas?
Sí, tengo el umbral del dolor muy bajito, todo me duele muchísimo. Soy una gallina de lo peor.
¿Le costó mucho tener que dejar su cabellera para interpretar ese personaje?
No, yo perdí el control sobre mi look hace mucho tiempo. No me puedo encariñar ni peludo ni calvo, porque el día menos pensado me toca volver a cambiar.
¿Qué estrategia usó para personificar a un mafioso?
La ambición, pensar mucho en eso y leer mucho. Había muchos libros que hablaban del tema.
¿Y usted es ambicioso?
Sí soy ambicioso, pero a la buena.
¿Qué haría Andrés por plata?
No haría nada,  mejor actuar, hacer cine y teatro.
¿Entonces hasta dónde llegaría por actuar?
A dejar de ganar plata, a actuar gratis pero en teatro.
¿Que trae de nuevo ‘El cartel 2’?
Más acción, más humor y un ‘Anestesia’ intentando hablar inglés.
¿Y qué viene para ‘Anestesia’ en esta segunda parte?
Es un sapo recargado, mucho más sapo que antes, ya se vendió completamente. Vamos a ver un ‘Anestesia’ con ínfulas de policía.
¿Los sapos andan sueltos?
Hay mucho sapo, lambón prepotente y oportunista por ahí suelto.
¿Andrés qué tanto tiene de sapo?
Muy poco. Yo tuve una experiencia en la adolescencia, me metí a defender un noviazgo de un amigo  y salí más crucificado que cualquier otro. Ese día aprendí que no me volvía a meter en la vida de nadie.
¿A qué cree que se debe el éxito de ‘El cartel’?
A la producción, al elenco y sin duda alguna a que el narcotráfico es un tema que ha tocado mucho a nuestra sociedad y no deja de haber un morbo en la gente por ver  cómo es eso por detrás.
¿No estarán cansados los colombianos de series con temáticas tan violentas?
Tú le preguntas a la gente y te dice que sí, pero sacas El cartel y verás que todos van a estar ahí a las 8 de la noche viéndolo.
Después de interpretar a un mafioso, ¿qué opinión le merece el tema del narcotráfico en Colombia?
Esta cultura que tenemos me asquea. Toda esta cosa de aparentar y mostrar la camioneta y el turbo, eso a mí no me gusta, creo que yo voy más por la sencillez de la gente.
¿Aún existen grandes figuras de la mafia como en los años 80?
Creo que ya no hay de ese tamaño, porque los han acorralado, pero traqueticos hay, prepagos también, y en toda parte.
¿Prefiere el teatro, el cine o la televisión?
Yo amo las tres cosas, cada una por razones distintas.
Un buen momento en las tablas.
Voy a tenerlo este 3 de junio con El hombre almohada, que es mi próximo estreno. Eso va a ser un gran momento.
¿Y qué tiene esa obra de novedoso?
Es mi regreso al escenario en el Teatro Libre, con la obra en la que más texto he tenido en toda mi vida; hablo hasta por los codos. Un elenco, un director y una obra extraordinarios. Estoy muy contento.
Una producción que le gustaría realizar.
Que se hiciera algo sobre la vida de Pablo Escobar, algo muy serio, muy bien enfocado, y a mí me gustaría hacer de Pablo Escobar. Es un personaje que hace rato quiero hacer, él marcó una época muy berraca. Creo que la única forma de entender qué hay en la cabeza de un tipo de esos es interpretándolo.
El personaje que lo lanzó a la fama.
‘Anestesia’, sin duda.
Es mejor hacer el papel de bueno o el de malo.
Es mejor hacer lo que no se parezca mucho a uno porque se  divierte uno más, yo me gozo más las cosas cuando no tienen nada que ver conmigo y he podido hacerlo, entonces yo paso de cura a narco de narco a gay y así es más sabroso.
El personaje que no tuvo el reconocimiento que esperaba.
Yo en eso he tenido muchísima suerte, la única propuesta mía en la que además no he estado muy contento fue un proyecto que no duró casi que fue El Encantador.
Qué proyecto tiene en mente.
Tengo muchas ganas de hacer películas, hay unas propuestas, no sé si tenga el tiempo pro estar haciendo teatro, pero el proyecto es seguir moviéndome entre cine, teatro y televisión, pero creo que este va a ser el año del teatro.
Un buen compañero de escena
Mauricio Vélez, Víctor Mallarino, Felipe Botero, Manolo Cardona... en eso he sido también muy de buenas, he tenido muy pocos petardos.
Al lado de quién le gustaría actuar.
Al lado de Robinson Díaz en teatro, el y yo solos, sería muy chévere.
¿Qué tiene de bueno  el cine colombiano?
Que se puede hacer de vez en cuando, que está cogiendo una identidad, que todavía no han logrado entrar las divas ni las prepagos.
La película que le gusta repetir.
Me he repetido varias películas. Amelí es una de mis favoritas, me sigo viendo El Exorcista y me sigo asustando igual que la primera vez y la Pasión de Gabriel me la he visto como 20 veces.
Además de un premio ¿Qué le dejó su actuación en La Pasión de Gabriel?
La satisfacción de haber sobrevivido a protagonizar una película en Colombia, porque es muy difícil, acá el presupuesto es complicado, todo se hace con las uñas, nadie apoya. Se trabaja muy duro y sobrevivir y tener ganas de volverlo a hacer es el gran triunfo.
¿Para qué es apasionado?
Por mi hijo, por la comida y por actuar.
Lo que más le gusta comer.
La pasta, todo lo que es comida italiana.
Qué tan religioso es.
Soy católico pero no lo práctico.
Cuándo fue la última vez que fue a misa.
El día de mi bautizo.
¿Cuál fue su primer trabajo en los medios?
En Por amor a Gloria, yo hacía de un abogado.
Es muy difícil mantenerse en el mundo artístico.
Muy complicado hay que tener mucho olfato e instinto si uno quiere hacer una carrera importante, larga y que apunte hacia el arte. Si uno lo que quieres es salir en televisión y ser famoso y ya, no es tan complicado.
La fama ¿para qué?
Para a veces no hacer cola y para llenar los teatros.
Un recuerdo de las épocas de trabajo en Andrés Carne de Res (un reconocido restaurante colombiano).
Lo que siempre he dicho, fue la mejor escuela de improvisación de mi vida, donde aprendí a improvisar de verdad, amé mucho ese trabajo, no lo desprecio ni me avergüenza.
¿Cuál es su escudo?
La disciplina.
Lo más sórdido…
A veces lo colérico que puedo llegar a ser cuando algo no sale como quiero.
Lo peor de la fama.
Tener un mal día y salir a la calle y que la gente te obligue a hacer una cara que no
quieres hacer.
¿Qué le gustaría inventarse?
Un sistema para que uno pueda comer todo lo que quiera y no se engorde y un cigarrillo para los fumadores, para que puedan fumar pero no les pase nada.
Su dosis mínima…
Por lo menos un buen pedazo de pizza a la semana.
Un libro que tiene pendiente por leer.
Los tengo todos pendientes porque casi no leo nada.

miércoles, 5 de febrero de 2014

Forgive note

Esa yo que no he podido controlar ya se fue, quedó la yo que se siente avergonzada, triste y arrepentida. No puedo decir más que lo siento, que me disculpes, que me perdones, que me duele haber pronunciado esas palabras. 

No importa lo que tu dijiste, lo importante es que yo te lancé el peor veneno cuando lo único que querías es hacerme ver que la vida no es un drama.

Me arrepiento porque ni lo que diga, ni lo que haga podrá cerrar la herida que te dejé impresa en el alma. 

Es lo de siempre, fui la de siempre, la que ha logrado alejar, generar odio, amargura, frustración, impotencia. Soy la que me llevó a esta situación, a este momento doloroso, a esta soledad, a la desesperación, a la ansiedad, a la angustia, al sinsabor, al repudio.

Me fui lejos para reencontrarme con la otra yo, para acabar con esa parte de mí que no me deja vivir en paz.

Perdón por lo que te hizo antes y por lo que te hace sentir ahora. Sé que el momento de controlarla y acabarla está cerca, mientras tanto,espero no tener que repetir un episodio siniestro contigo ni con nadie.

Quiero salir victoriosa, ser mejor y darle a cada cual el lugar y respeto que merece.

Sé que me entiendes, siempre lo has hecho.

Gracias por quererme a pesar de esa otra yo.