jueves, 29 de agosto de 2013

Ella

Ella, hija de una familia pujante y berraca de Santander. Ella, la mayor entre seis hermanos. Ella, conoció la etapa de la Violencia ( 1946-1958) de joven y recuerda con detalle cada barbaridad que cometieron los Chulavitas y los Pájaros como si lo hubiera vivido ayer.Ella, es un libro vivo de historia. Ella, soñaba con ser médica cuando a las mujeres en Colombia no se les permitía estudiar medicina. Ella, dejó la comodidad de su hogar para ir a estudiar a la capital y cumplir su más grande anhelo. Ella, se convirtió en una alumna destacada de bacteriología de la universidad Javeriana. Ella, experimentó la más hermosa historia de amor durante el Bogotazo (1948). Ella, se graduó en una de las primeras promociones de mujeres bacteriólogas del país. Ella, se casó y dejó la capital para ir de ciudad en ciudad al lado de su esposo. Ella se hizo madre de siete niños.Ella, fue feliz. Ella, conoció el desamor. Ella, se llenó de coraje. Ella, trabajó día y noche en su laboratorio y en el antiguo hospital Amelia. Ella, educó sola a sus hijos. Ella, se hizo profesora de la universidad Francisco de Paula Santander. Ella, viajó por el mundo. Ella, es abuela de seis nietos. Ella, perdonó. Ella, confía. Ella, una heroína. Ella, mi Isabelita.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Unos lentes oscuros, un beso y un triciclo

Darren Dubicki / Yuxtapoz Magazine

Era el mejor día del año, era mi cumpleaños. La tarde anterior había estado en el centro con mi mamá buscando los botones del vestido que me había mandado a hacer con Aurita, la costurera. Caminamos sin parar, entramos a todos los almacenes de botones hasta que encontramos unos que combinaban perfecto con el verde oliva de la braguita, esa que se convertiría en mi mejor atuendo por años y que vendría a recordarme para siempre este día.

Había pasado la noche en vela. No podía decidirme entre el camión de bomberos o el triciclo azul de dos puestos. Me encantaba la idea de la sirena para pegarle un buen susto a Carmen cuando se negara a darme un pancito de queso recién horneado, pero, el triciclo parece una nave intergaláctica, seguro Claudia no se resistiría a dar una vuelta conmigo hasta el río, ¿qué estoy diciendo, río? seguro llegaremos al espacio y pasearemos por la luna. Decidido! el carrito es lo que quiero, a Carmen la seguiré espantando con las lagartijas del patio.

Antes de que mi mamá llegara a despertarnos yo ya me había bañado y puesto el uniforme. Jamás me había quedado tan perfecta la línea que partía mi pelo de medio lado.Mi amor, quedaste buen mozo; y te vestiste solito. Feliz cumpleaños. Claro, mamá, ¿no ves que ya soy un niño grande? tengo cinco años.

Me paré en la puerta de la casa a esperar el bus diez minutos antes de lo normal. Adentro mis hermanos todavía se peleaban por el último pan de coco. En eso salió mi papá con su traje de paño, impecable como siempre, y sus enormes anteojos opacos. Cuchi, no te olvides de nuestra cita. Yo regreso a eso de las cinco para ir a buscar tu regalo. ¿Ya pensaste qué querías? Mira que no tengo tiempo para dar tantas vueltas. Sí, papá, ya sé qué quiero. Me besó.

La mañana era perfecta. Estaba fresca, había una brisa tenue y fría que hacía ondear las palmas con perfecta sincronía. En el salón, las horas se me hacían eternas. Cada tanto le tiraba la falda a la maestra. Profe Laurita, ¿qué hora es? Las ocho Joaquín. ¿Y cuánto falta para las 12? Faltan Cuatro horas. Regresaba a mi puesto, me sentaba, con trazos desiguales hacía el esbozo del triciclo rozando la faz de la Luna (con Claudia a mi lado, por supuesto). Al rato me levantaba. Profe Laurita ¿Qué hora es? Las ocho y veinte, Joaquín.¿Entonces, cuánto falta para las 12? Faltan 3 horas y 40 minutos. ¿Me vas a tener todo el día así? Profe, hoy mi papá me va a comprar una nave para ir al espacio con mi novia. ¿Novia? ¿tu ya tienes novia? pero si eres un niño. Profe, ya soy un niño grande, hoy cumplo cinco años, entonces ya puedo tener novia y un triciclo para volar hasta las estrellas. Ay Joaco, ni siquiera los gringos han llegado.

El bocadillo con queso y el sándwich de jamón que me había preparado mi mamá se los regalé a Miguel y a Juan. La cabeza no me daba para comer, sólo podía pensar en la ruta que me llevaría a surcar los astros. Chicos, ustedes saben cuánto tiempo se demora uno en llegar a la luna? No sé, como mil años - contestó Miguel mientras se atragantaba con el pan- ¿Mil? no, pero eso es imposible. ¿Mil años en triciclo, estás seguro? Sí, mi papá me dijo que los gringos están planeando ir al espacio en un cohete y que se tardarán cinco días, pero si vas en triciclo seguro serán años y años. ¿Puedes pedalear rápido? ¿ Ya preparaste los cascos y el traje espacial? Recuerda que allá no se puede respirar, entonces tienes que llevar un poco de aire. Deberías guardarlo en un globo. Sí, sí, de esos preparativos me encargo esta tarde.

El resto de las clases se pasaron volando, pensaba en las provisiones que debía reunir ¿Será que hará frío? mmmhh tal vez sí, llevaré un par de sacos. Cuando llegue a mi casa voy a llenar mi lonchera con galletas, pan, chitos y chocolatinas Jet. Además me llevaré el álbum de calcomanías y le voy a quitar unos cuentos a Margarita para Claudia, así  no se aburre en el camino. Así fue, toda la tarde estuve muy ocupado reuniendo cada detalle.

A las cinco ya estaba en la puerta de la casa bañado, perfumado y vestido con mi braguita nueva. Mi mamá me dijo que me veía hermoso. En la acera estaban los bobos de mis hermanos jugando a la Lleva, tenía unas ganas de jugar y vengarme del coscorrón que me dio Emilio en la mañana cuando me felicitó por mi cumpleaños. Pero no puedo, debo permanecer intacto para cuando llegue mi papá. Vamos a ir a la Araña de Oro después de comprar el regalo. Me voy a pedir la milhoja más grande.

Llegaron las cinco y mi papá no llegaba. Qué raro! él es muy puntual. Cinco y media, un cuarto para las seis, las seis, las siete, a las ocho no aguantaba la ira y me puse a llorar. ¿cómo puede hacer esto? Mamá, mamá ¿por qué mi papá no llega? Mis hermanos se burlaban de mí. ¡No te quiere, no te quiere!. No sé, mi amor, tal vez se complicó en el trabajo. Las nueve, las diez y o seguí inmóvil en la acera, con lágrimas en la cara, pero aún no se me había desacomodado ni un pelo. Diez y media, desde afuera escucho sonar el teléfono. A los pocos minutos sale mi mamá con los ojos rojos y blanca como el papel. Joaquín, entra ya. Tu papá no va a volver.

El lado oscuro de la Luna http://la.juxtapoz.com/illustration/the-dark-side-of-the-moon

miércoles, 21 de agosto de 2013

Alójese como un 'rockstar', la experiencia de hospedarse en un Hard Rock Hotel

Para muchos la vida de las estrellas de rock siempre fue un misterio. Se especulaba acerca de cómo vivían, si su vida sería una continua fiesta, llena de lujos y excesos. Cuando se abrió la primera sucursal del Hard Rock Café en Londres, en 1970, la gente pudo acercarse a ese mundo impenetrable. Luego, en 1995, se inauguró el centro vacacional y de entretenimiento Hard Rock Hotel y Casino Las Vegas, para mostrarle al planeta todo sobre esta raza que lleva la música en las venas.
Hoy son 173 sedes en 53 países, que incluyen 138 restaurantes y 15 hoteles casinos. El último de esta marca en abrir sus puertas fue el Panama Megapolis, el primero en América Latina. Está ubicado en el corazón de la capital panameña, sobre la avenida Balboa, y cuenta con 66 pisos, 1.468 habitaciones y un centro de convenciones con capacidad para 3.200 personas, además de bares, restaurantes y un exclusivo spa. El hotel hace parte de la cadena Decameron gracias a una alianza entre los grupos económicos Seminole Hard Rock Entertainment, Megapolis Investment Group y Decameron Group of Hotels & Resorts.
Eran las tres de la tarde cuando pisamos el lobby. De fondo se oía Heart of Glass de la banda estadounidense Blondie. Luces, pantallas con videos y juegos interactivos, letreros de neón, un Trabant usado por U2 en un programa de televisión en 1993, la tradicional tienda donde se venden camisetas, llaveros, botones y otros souvenirs, varias vitrinas que exponen los trajes que Elvis, Billy Idol y Marilyn Manson habían lucido en sus conciertos, estuvieron encargados de darnos la bienvenida.
Entrar a este hotel fue transportarse automáticamente a una especie de altar del mundo del rock, en el que las guitarras, los vestuarios estrafalarios, las fiestas, las notas musicales, las baterías, los bajos, los micrófonos, los sintetizadores, los zapatos y las coreografías se convierten en reliquias dignas de admirar.
Cada espacio del Hard Rock Hotel Panama Megapolis tiene una particularidad. Al dirigirnos a las habitaciones, no sólo estuvimos acompañados por el sonido de una legendaria banda sino que en las lámparas de las salas de descanso y en las paredes encontramos estampadas frases tan célebres como “Have you ever experienced?” de Jimi Hendrix o “I search myself, I want to find me” de Divinyls.
Cuando el ascensor abrió las puertas vimos la imagen de Marilyn Manson cantando en uno de sus conciertos estampada en la pared. A su lado, la puerta de mi habitación. Al entrar, lo primero que apareció fue una enorme sala con muebles modernos, televisor gigante y una vista inigualable de los edificios de la ciudad con el mar de fondo.
La habitación tenía tantos detalles que realmente lograba impactar. La tela del tendido de la cama, por ejemplo, estaba hecha con pequeñas guitarras y las almohadas tenían un bordado con este instrumento. Los cuadros eran imágenes de grandes estrellas. A mí me correspondió Jimi Hendrix, quien, desde su marco de colores, estuvo vigilante durante toda la estadía.
Las amenities de los baños venían en una divertida presentación estilo rockero. Además cada huésped tiene la posibilidad de descargar gratis en su tableta o su smartphone una selecta lista de música, elegida por el hotel.
No había terminado de percatarme de todo lo que tenía la habitación cuando el teléfono sonó. Me avisaban que el siguiente plan sería un recorrido para conocer las instalaciones.
Lo primero que vimos fueron los distintos tipos de habitaciones, entre las que se destacan las deluxe y las rock suite gold y platinum, las cuales cuentan con uno o dos ambientes amplios y modernos, sin duda ideales para ir de vacaciones con la familia o con un grupo de amigos. Las últimas fueron las studio y las rock star suites, más espectaculares y grandes que las anteriores, pero, eso sí, con un precio mucho más alto.
El recorrido nos llevó al spa, donde nos encontramos una bata de baño que el mismo Elvis había usado. Luego pasamos por la peluquería en la que, además de cientos de secadores de pelo, maquillaje, zona para arreglarse las uñas, se imponía una frase de Lady Gaga: “I’m the spirit of my hair, it’s all the glory that I bare”.
El paseo terminó de nuevo en el lobby, donde lo más curioso fue el baño de hombres, cuyas puertas tienen pintada una enorme guitarra que las cruza, y, por supuesto, el rincón que le rinde homenaje a la cultura latina, con un traje de Gloria Estefan, un cinturón de corazones de Selena y unos altos zapatos de tacón de Celia Cruz, la reina de la salsa.

Publicado en El Espectador el 10 de julio de 2012.

viernes, 9 de agosto de 2013

De la utopía de Disney al mundo real

estuimagen.com
No nos digamos mentiras. De niñas más de una vez nos soñamos volando en la alfombra mágica mientras el  Aladdín, todo bronceadito, nos cantaba dulcemente al oído Un Mundo Ideal, o hechizadas dentro de un ataúd de cristal esperando a que nuestro príncipe azul llegara a despertarnos del encantamiento que nos había hecho la malvada bruja, tal como lo hizo el apuesto Fernando con blanca Nieves. Eso no pasa. Bueno. En este mundo hay tipos muy pinta, viles arpías, hay gente que está dos metros bajo tierra en un mausoleo de vidrio, pero lo que no es tan cierto es: primero, lo de alfombra voladora y, segundo, el Happily ever after que se inventó señor Walt Disney. Crecimos engañadas. Las historias tan perfectas no existen.

En realidad, hay que ser sensata, al principio en la relación pasa algo similar al cuento de hadas. Hay maripositas en el estómago y duendecitos alrededor tocando una melodía romántica que nunca se detiene. Esta es la fase del cortejo. Lo presentan a los amigos con un orgullo que ni uno mismo se cree, te llevan, te traen, te compran, te adulan, te dicen mil veces lo divina que te ves con el vestido nuevo que compraste para el matrimonio de tu mejor amiga. Todo es halagos, regalos, sonrisas, picadas de ojo, sexo non stop, fantasías, jueguitos, coqueteos, felicidad, felicidad, y más felicidad. El cielo es poca cosa al lado del mundo en el que uno vive.  

En este punto cabe resaltar que la duración de esta etapa varía. Puede durar meses o años. Todo depende de una cosa, la convivencia. En el momento en que uno, él o ambos deciden casarse o irse a vivir juntos ocurre el punto exacto de rotación, el giro de la trama, el centro de la inflexión, inicia el nudo de la historia, ese mismo que vendrá a definir el desenlace.

El periodo comienza con el inevitable hecho de la apropiación del espacio. Normalmente las mujeres nos adueñamos del 95% del clóset. Primera parte de la invasión, en la que la boca de ellos se va para un lado. Luego, queremos decorar la casa a nuestro antojo. Por lo general, uno se lleva "un par" de cositas de su casa (esto en el caso de cuando se vive sola) que, obvio, van a ser muchas más de las que él trae. Avanza la ocupación. Ya hay un: jummm, pero a mí no me gustan los muebles de flores, o, ¿por qué pusiste mi póster de Transpoting detrás de la puerta que siempre está abierta?

La conquista se ha completado cuando no hay evento de la vida de ellos del que uno no sea parte. Esto también equivale a entrar sin pena al baño en la casa de la mamá, a tener temas en común con sus amigos, o incluso a cuando uno tiene el valor de criticar a la prima que se la pasa de rumba, o al  hermano que le va mal en el colegio. En este momento ya te dicen: amor, pilas con los comentarios. Aquí los halagos han bajado de nivel y frecuencia. De hecho el liguero rojo ya no causa el mismo efecto ni se ve tan bien porque uno termina comiendo a la par que ellos.

No obstante, la expansión es total cuando uno decide que se repetirá María la del barrio en el mismo horario en el que transmitirán el campeonato de fútbol, o que en lugar de ver Rambo el domingo en la noche, se moqueará mirando por enésima vez la última escena de Notting Hill, en la de Julia Roberts está embarazada y acostada sobre las piernas de Hugh Grant. Este tipo de situaciones ya han logrado que las llamadas durante el día y los "te amo" sean menos continuos. La magia está echada.

No pinta tan bonito el panorama ¿cierto? El encantamiento ya se ha transformado en tolerancia y el amor en paciencia. Sin embargo, cuando te despiertas a mitad de la noche asustada por una pesadilla y él te abraza para que te pase el miedo, cuando te calientas los pies congelados con las piernas de él, cuando él es capaz de quedarse inmóvil dos horas para que puedas tomar la siesta acostada sobre su pecho, cuando te dice: te ves hermosa, aún cuando sabes que tienes cinco kilos encima por haber cambiado el sushi con té verde por pizza y vino, o la ensalada con agua saborizada por empanadas con cerveza; o cuando te ha aguantado la pataleta del síndrome premestrual. Ahí, es ahí cuando dices: vale la pena seguir, buscar lo dulce en lo amargo y no enojarse porque no me llama o no me repite cincuenta mil veces que me ama.

Las palabras bonitas se han transformado en otro tipo de hechos que nos demuestran que la historia de amor ha evolucionado, se ha hecho de carne y hueso, salió de la pantalla para humanizarse, para hacerse real. Eso se debería contar en las películas de Disney ahora, así nos ahorraríamos unos cuantos disgustos y desilusiones. Además entenderíamos que no debemos ser unas princesas odiosas y egocéntricas a las que se les deben hacer los caprichos realidad, sino mujeres humildes, calmadas y amorosas. Eso es más inteligente.